miércoles, 4 de abril de 2018

El carrete de Ruhmkorff

Este es uno de los aparatos tradicionales en los laboratorios. Y aquí el término tradicional se extiende a antiguo, viejo, incluso casi cutre: no hay más que fijarse en cómo es el que tenemos en el Instituto.

Pero sin duda es uno de los más espectaculares: hacer saltar la chispa, oír el chisporroteo, oler a ozono, ver los tubos de descarga de gases nobles, ..., es de las cosas que se recuerdan años después de salir del Instituto, así que hay que tenerlo en perfecto orden de funcionamiento.


El caso es que todos los años da la lata conseguir que la chispa salte en el pulsador y, en consecuencia, se forme un arco voltaico entre los electrodos: dar vueltas al tornillo, lijar los terminales de carbono, ... y tener un pelín de suerte. 

Pero hace unos días descubrí el truco del almendruco de forma accidental, como suele pasar: como no saltaba la chispa, pasé un papel de lija para limpiar los electrodos, y en ese momento se formó el arco, estable mientras la lámina de papel de lija vibraba. ¡Fíjate en el vídeo!

¿Que cuál es la razón? Ni la más remota idea: después de documentarme sobre el mecanismo de funcionamiento del carrete, de preguntar en diferentes buscadores, de preguntar a los colegas y de echarle imaginación a ver si sonaba la flauta, la conclusión es la inicial: ni idea. Así que si alguien aporta alguna pista, le estaré muy agradecido (tranquilos, que duermo de maravilla).