martes, 16 de enero de 2018

¿Insoluble o irresoluble?

Esto de intentar ser lo más preciso posible en el uso de la terminología científica tiene sus riesgos. Incluso el de hacer el ridículo. Menos mal que ser curioso por naturaleza y tener acceso permanente a la web facilita mucho la faena. 

Ayer terminé de leer una novela cuyo autor es académico de la lengua. En un momento determinado aparece el diálogo que se ve en la imagen, en el que se afirma que no hay ningún problema insoluble.


Cuando lo leí, la deformación profesional me llevó a pensar que era una colada importante, al confundir insoluble con irresoluble. Claro, los problemas se resuelven, y si no es posible hacerlo, son irresolubles.

¿Y qué pinta entonces el término insoluble? Sobre todo, teniendo en cuenta que el significado al que estamos acostumbrados es que no se puede disolver: el mármol es insoluble en agua.

Consultado el diccionario de la RAE, se admiten dos acepciones para el término insoluble: que no se puede disolver y que no se puede resolver (que no tiene solución, y que, en consecuencia, es insoluble)


Eso sí, que conste que todas las veces que leo el párrafo se me representa el problema como un pedrusco de río que no se puede disolver. 

Y para terminar de liarla, según la Iglesia Católica el matrimonio es indisoluble,  que literalmente significa que no es posible su disolución (con el sentido de separación en este caso).

lunes, 15 de enero de 2018

¿Mito o timo?

Una de las historias que más se comenta entre los conductores es que el velocímetro de los coches marca una velocidad superior a la que realmente lleva el automóvil, del orden de 3 o 4 km/h. Y eso viene muy bien para ajustar los límites de velocidad, no pasarse y evitar más de una multa por ir demasiado rápido.

Aquí tienes una parte del artículo publicado por El Periódico el 20 de octubre pasado con el título ¿Por qué tu velocímetro marca una velocidad superior a la real?


"Seguro que lo habías oído antes: el velocímetro miente. "El velocímetro marca menos velocidad de la real, no le hagas mucho caso". Pues sí, se trata de una afirmación que va más allá del mito. Y no es que tu y todos los coches a los que te hayas montado estén defectuosos, sino que, como todo, es parte del plan. El hecho es que, por ley, ningún velocímetro puede marcar una velocidad que sea menor a la que estamos circulando realmente. Es por ello que a los fabricantes les conviene añadir cifras en vez de restarlas."


En Estados Unidos y Japón se utiliza una normativa por la que la diferencia de velocidad es de un 4%. Es decir, que cuando el velocímetro marca 120 km/h, en realidad se circula a 115 km/h, un 4% menos.

¿Y esto a santo de qué viene? Pues porque hace unos días me tocó en suerte una multa por exceso de velocidad: de noche, en una autovía y yendo con el regulador de velocidad a 117 km/h, pero en una zona que estaba limitada a 100 km/h en lugar de los 120 km/h que suponía. Vi el fogonazo de la cámara de Tráfico, y a resignarse tocan. Pero cuando me llegó la notificación de la multa me indicaba que circulaba a 111 km/h. ¡Y mi coche marcaba 6 km/h más!

Así que en el viaje siguiente medí la velocidad real: en una carretera recta y horizontal, con el regulador fijo en 119 km/h y sin moverse de ese valor, tardé 2 minutos y 39 segundos en recorrer 5 km. Una simple proporción indica que la velocidad constante era de 113,2 km/h. Es decir, 5,8 km/h menos de lo que marcaba el velocímetro, y exactamente la misma diferencia que el día de la multa (117 a 111 km/h).

En resumen, que entre esa diferencia en el coche y los 7 km/h admitidos por la DGT debido al posible error de los cinemómetros que miden la velocidad de los automóviles, tengo un margen de nada menos que 13 km/h hasta llegar al nivel de ser multado: en una zona limitada a 100 km/h, hasta que el velocímetro marque 114 km/h no saltará el detector y caerá la multa.

En fin, no es un mito, pero sí un timo, porque ¿no decepciona un poco eso de circular más despacio de lo que pensabas? ¿Y para eso tenemos coches con no sé cuantísimos caballos?